Numeritos para pensar

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Algo que he heredado de mi padre es el afán por estar buscando los numeritos a todo lo que acontece a mi alrededor, a todo lo que veo día tras día. Midiendo, contando. Cosa de locos, dirán muchos. Sin embargo, la escasa propensión de la gente a cuantificar nuestro mundo da como resultado que nuestra compresión del mismo y de nuestra cotidianeidad queda verdaderamente trunca. Y a falta del cálculo, empleamos muchas veces la emoción como sustituto. Muy útil para, pues eso… emocionarnos, sacarnos la lagrimita y llenarnos de ímpetus pasajeros que muchas veces malinterpretamos como «plenitud de los sentidos», «alegría», «optimismo», y otros sustantivos con los cuales falazmente definimos esos aspavientos sin muchos visos de racionalidad. No que no tenga esto su utilidad. Me confieso como una lloriqueadora empedernida. Es más, no hay película romántica, o emotiva, que mis ojos puedan ver sin desgranarse en lágrimas que se funden con un abundante moqueo de nariz.

Pero cuando tantos medios de comunicación han ido, en el lapso de los últimos 2 o 3 años, metamorfoseándose en auténticas pitonisas de malos augurios; y cuando esta mutación progresiva se está volviendo cada vez más efectiva para exprimirnos las lagrimitas y los mocos de la desesperación, el pesimismo y la incertidumbre, un antídoto efectivo contra tales malestares puede hallarse justamente en la mirada fría y objetiva a ese mundo que, de paraíso pasa por momentos a sernos cárcel.

Comencemos, pues.

1. La chispa que encendió la mecha que peligrosamente se acerca a ese polvorín que suele ser la economía mundial, con el consabido embrollo, ha sido el temita manido del petróleo, cuyos precios aumentaron hasta cifras record hace menos de 6 meses atrás.

2. A la par que los precios del barril de crudo (y el del bien cuit, y el del término medio), aumentaron las voces de protesta, así como las rasgaduras de kaftans y los golpes de pecho en el más puro estilo «Muro de las Lamentaciones». De repente el mundo desarrollado se dió cuenta de que él solito se chupa con popote casi la totalidad de dicho petróleo. Y, como suele ocurrir, ha ido surgiendo todo un racimo de gurús de la economía cuyos mantrams, más que OM, resuenan como «OHMM MY F… GOD, WHAT THE SH… ARE WE DOING?» Y hasta en las iglesias evangélicas de vez en cuando el asuntillo del ahorro energético se cuela entre versículo y versículo.

3. De modo que el ahorro energético está entre los temas de moda de la actualidad. Ahora, los mismos rockeros que cantaban «Make love, not war», o «Hello, I love you, won´t you tell me your name», ahora cantan «Don’t be a jerk, turn the light off when you get outta da room!».

4. Da gusto descubrir que, una vez más, los dominicanos hemos alzado nuestra voz profética, y que años antes de que la energía eléctrica fuera una realidad en todos y cada uno de nuestros hogares (mmm… bueno, uh…, eh… oh… es decir, antes de que a la Compañía de Telefonía dominicana regenteada por los EEUU le cantaran «Lo que no sirve se bota, y se bota de una vez, ya no vale ni una mota, y menos valdrá después!», y el cantico ese pegara tanto que se decidiera luego nacionalizar la compañía de electricidad, calzoncillos de los ejecutivos inclusive)… Pero decía. Antes de todo eso, en nuestro país alcanzó las top 10 ese famoso merengue que rezaba «Apágame la vela, María», el cual yo insisto en que fue un auténtico precursor de todas las campañas que abogaban por al ahorro energético… a nivel de prototipo, claro está, en lo que se encontraba la manera de sustiruir la «vela» por una bombilla incandescente. Y qué? Apagar una vela puede ser incluso más ecológico que apagar una bombilla! Claro que aquí en ese apartado los dominicanos son ecológicos por obligación, no por opción.

5. Lejanos están aquellos tiempos en los que poca gente «daba mente» a dejar una bombilla encendida todo el día. Eternos, por el contrario, han sido los tiempos en que una bombilla de un hogar dominicano difícilmente pueda estar siquiera 3 horas de la santa noche… aún cuando nadie apague el interruptor que la enciende. Pero demasiado cercanos están los días futuros en los que aún el más botarate de nosotros tendrá que hacer cuentas para determinar si el ahorro energético es o no un factor importante que incida en la gradación de rojo escarlata de los numeritos de su cuenta bancaria a fin de mes.

Y como tan cercanos están esos días, vamos a dar una clasecita somera de aritmética para ahorro de combustible:

6. La lección empieza con una pregunta. Saben cuánto dinero se ahorraría este país en combustibles como la gasolina, el gasoil y el GLP, aproximadamente, si 100 mil personas dejaran de utilizar sus vehículos privados de lunes a viernes, en horas laborables, y emplearan medios que no consumieran combustibles fósiles?

7. Tomemos en cuenta que en la actualidad, un vehículo de motor de 4 cilindros consume en promedio un galón por cada 18 – 22 kilómetros que recorre en la ciudad más o menos despejada. Para facilitar los cálculos, y para cubrir el espectro más amplio posible de casos, exageremos un poco y supongamos que un tanque de combustible de un carro pequeño tiene capacidad para hasta 17 galones, (siendo en extremo optimistas, o contando con uno de estos alquimistas de las estaciones de gasolina dominicanas, que pueden llenar un tanque de gasolina con varios galones por encima de su capacidad límite recomendada). Esto significa que un tanque de un vehículo pequeño puede rendir hasta para 600 kms, aunque la práctica arrojaría un promedio de 340 kilómetros por tanque.

8. El dominicano promedio consume un tanque por semana aproximadamente. Eso equivaldría a realizar un viaje desde Boca Chica a Dajabón todas las semanas.

9. ¿¿¿¿Cómo????

10. Sí. Muchos de ustedes están probablemente en el suelo riéndose a caja de dientes batiente, puesto que no conciben tales numeritos. Si lo más lejos que cualquiera de ustedes se aleja de su casa todos los días es apenas unos 30 kilómetros!! De Boca Chica al centro de Santo Domingo!!! Lo que muy pocos de nosotros tomamos en cuenta es que cuando estamos en medio de un atasco de tránsito con los vehículos encendidos, nuestros automóbiles continúan consumiendo combustible. Y bueno. Pensemos que un viaje desde Santo Domingo a Dajabón toma en promedio unas 3 horas. Pero las más de las veces, movernos de nuestras casas hasta el colegio de nuestros hijos nos toma no menos de 45 minutos, la mayoría de los cuales los pasamos estacionados en una de las luengas barbas de automóbiles de un tapón interseccional. Y el colegio usualmente no está a más de 3 kilómetros de nuestras casas!!

11. De modo que sí es posible consumir tontamente el combustible. Es decir, ese es el único corolario plausible a semejante cálculo.

12. Esta semana un galón de gasolina regular cuesta 109 pesos. Por lo que un tanque de gasolina con capacidad para 16 galones, viene saliendo por unos 1744 pesos. Si eso es lo que en promedio gastamos por semana, entonces un mes nos viene costando unos 6976 pesos. Estos numeritos valen para los carros pequeños. Para los grandes los RD$ pueden llegar a duplicarse o triplicarse. Y esto siempre y cuando nuestras rutas de la semana no excedan los 50 kilómetros diarios.

13. Entonces, estamos hablando de un gasto mensual mínimo de casi 7000 pesos, para un uso moderado del carrito.

14. Supongamos que 100 mil dominicanos que usan carritos pequeños encontraran la forma de no consumir ese combustible. Eso significaría un ahorro colectivo de casi 700 millones de pesos mensuales sólo en gasolina regular. Esto, multiplicado por 12, representa unos 8 mil millones de pesos al año.

15. Ya me parezco a cierto presidente. De acuerdo al Boletín del Parque Vehicular de RD, para el año 2007, entre 1998 y el 2007 se registraron 599,570 automóviles privados y 175,526 jeeps privados. Esto arrojaría un total de 775,096 vehículos privados de 4 ruedas para la década 1998-2007, aunque algunas proyecciones informales arriman esas cifras estadísticas más cerca aún del millón de vehículos. Nótese que no estamos considerando las motocicletas, de las cuales se registraron 942,180 para ese período.

Todos estos son vehículos de uso privado, no te transporte público, los cuales se contabilizaron aparte. Ahora, para los curiosos, el total de vehículos públicos privados registrados para esa década fue de 2,121,244.

16. Si dividimos la cantidad total de la población dominicana, estimada entre 8 y 9 millones de personas, entre la cantidad total de vehículos, tenemos una proporción de 4 personas por vehículo. Esta proporción supera la media de muchos países desarrollados del mundo. Claro, acá estamos incluyendo las motocicletas… las cuales aquí se utilizan como vehículos multipersonales, ya que es escena común ver familias enteras encaramadas sobre pírricas y anémicas motos de dos tiempos.

Ahora bien, en la clase media y la alta la norma es una persona por vehículo. Uno usualmente bastante grandecito y con capacidad para transportar cómodamente un mínimo de 4 personas.

17. Pero sigamos con nuestras lucubraciones idealistas, y démonos por un momento a la tarea futil de imaginar que esos 775 mil vehículos de cuatro ruedas fuesen dejados en sus estacionamientos o marquesinas durante un mes. Sólo un mes. Si algo así de loco a inimaginable llegara a ocurrir, y provisto que el consumo de combustible de los mismos no fuera transferido al transporte público, se supone que en condiciones ideales el país debería ahorrarse por lo menos RD$5,425,672,000 al mes. Dividimos esto entre 30, para un promedio de RD$180,855,733 millones de pesos diarios.

18. Sí, sí, lo sé. Son sólo cifras. El nuestro es, reconocemos, un ejercicio aritmético que un cerebro calenturiento hace en aras de aportar algo de hábito de pensar a un país con muy poco habito de pensar. Con un ahorro semejante, en unas décadas podríamos saldar una tajadita de la deuda pública (que, por si no lo saben, es mucho más grande que la externa). Esto, por supuesto, si damos con una manera efectiva de controlar a nuestros funcionarios públicos y a los políticos: algo así como una aplanadora gigantesca, o una guillotina de manos, o una forma de introducir cianuro en las cisternas de sus casas y en sus botellones de agua (dije efectiva, no necesariamente legal).

19. Mientras tanto, existe una forma en la que se podría lograr el cometido soñador de disminuir el consumo de combustible en nuestro país, y es la bicicleta. Mejor aún si se pudiera combinar con un sistema de transporte público remozado y manumitido de la férula jimmyhoffística de los sindicatos del transporte de Hubieres, Marte y secuaces. Por supuesto que no aplica a todas las situaciones ni a todas los contextos… ni a todas las distancias. Pero más adelante iremos develando más numeritos y cálculos con los cuales pretendemos ir desmontando al menos suficiente cantidad de los mitos y cuentos de camino que a fuerza de repetición escolástica hemos ido internalizando los dominicanos y que actúan como una camisa de fuerza para nuestros cerebros, sino para nuestros bolsillos (a que les gustó esa última, eh?).

Como dicen los catalanes, de quienes aprendí a amar su Bicing, adeu i fins a la próxima.

Huayna Jiménez.

NOTA: Este artículo fue redactado en diciembre del año 2008. Lor precios de la gasolina indicados corresponden a la tercera semana de dicho mes.

2 Respuestas a “Numeritos para pensar

  1. Simplemente una delicia!!!, leer este tipo de artículo simplemente es, para mi, una terapia que me carga de humor, me sencibiliza y concientiza, más aún, de lo inhumana en que han convertido esta ciudad y de mi responsabilidad como persona y como profecional. Huayna Jiménez: es usted una inspiradora.

  2. Carlos, hola! Y excusa de veras la tardanza en responder tu comentario tan elogioso y amable. Otra cosa, me puedes tratar de tú, jajaja!

    Aprecio muchísimo el que hayas tomado de tu tiempo para leer esos datos que, a pesar del cascarón «comicoso» que le doy para hacerlos más digeribles, son ciertos y comprobables pues se encuentran en las publicaciones de estadísticas nacionales. Es increíble lo indiferente que hemos sido tantas personas ante la creciente deshumanización de nuestra sociedad, como planteas. Ese texto que coloqué en el blog intenta hacer un llamado a la re-conscienciación de esta sociedad. Qué tan posible es eso a través de la aparente frialdad de las cifras? Pues no lo sé, pero las mismas, frías o no, revelan una realidad que, de no revertirse, puede llegar a empeorar a un punto en el que todos y todas no podremos hacer más que lamentarnos de nuestra pasada desidia. Afortunadamente estamos constatando que el pueblo dominicano, aunque no siempre lo manifieste a viva voz, tiene una consciencia profunda acerca de su entorno y su realidad. El leve empujoncito que hemos dado con CICLOCIUDAD está desatando tal magnitud de respuestas positivas, de apoyo, de deseo de integrarse genuinamente al activismo en pro de una mejor calidad de vida ciudadana, que realmente los sorprendidos hemos sido nosotros, que no esperábamos tanto de tanta gente en tan poco tiempo. Eso no ha hecho más que darnos bríos, y reforzar nuestro compromiso con esa tarea que hemos asumido, y en cuya compleción deseamos que mucha gente se integre puesto que nosotros no somos más que algunos de los pequeños portavoces de algo mucho más grande y que nos involucra a todos los dominicanos. Gracias de nuevo!

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